¡Buenas lectores! ¿Cómo andan? Hoy quiero comentarles cuanto me encantó el libro "Nada contra que chocar" de Jorge Abel Muñoz.
Saben que tengo una debilidad por las antologías de relatos argentinos, y principalmente cuando se tratan con un humor y una capacidad narrativa que nos saca del embotamiento de este monótono entorno al que lo cotidiano nos confina.
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📗"Un amante del peligro y la cocaína devenido meditador comefrutasorgánicas recibe a un viejo amigo en el medio del campo. Un nene al que sus padres separados llaman "Manocaca" porque hace mierda todo lo que toca. Un paseador de perros tironeado por la jauría de su mente. Un hijo recién mudado, una madre, un perro moribundo y una cuenta regresiva para los tres. El deseo de paternidad de un oficinista. Dos amigos en un recital de rock a punto de darle su merecido al sistema. Un pibe que en sueños recibe a su tío muerto de sida. Otto que sale de ácido de una fiesta y debe pedalear hasta su casa en una madrugada tormentosa. Un empleado con iniciativa para resolver situaciones imprevistas. Un calecitero resentido. Un chico enamorado al que mandan a la escuela con zapatos en una era de las zapatillas. El universo de personajes dque nos plantea Muñoz en este libro traza el perímetro de las batallas cotidianas e imperceptibles de la clase media contemporánea: los acomodados, los lúmpenes, los trepadores, los desahuciados."
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📗 ¿Qué puedo decirles que no se explique arriba? Ah sí, claro que puedo: lo genial que es esta obra.
Me resulta sorprendente como logró, esta gratamente sorpresiva pluma, hacerme reír, sonreír y (por momentos) querer revolear el libro de la bronca.
Yo lo pensé así: cada relato es una esencia, es de esas existencias que nos cuentan lo importante de cada vida, y a su vez la cantidad de cosas pavas en las que la humanidad va sentando precedentes como proveedoras de aspectos importantes, y no, claramente no, estamos errados.
Es una crítica, que lleva a la autocrítica, es una oda a la ingenuidad humana, a lo incansablemente inepto que puede llegar a concebirse el ser humano en ciertos aspectos.
(Continúa ↓)