Esta es una R E A L foto desprevenida que nos tomó mi hermano mientras comprábamos fruta en un mini puestico de envigado (que bien contrasta con los restaurantes trendy que lo rodean). Esta es tal vez una de las cosas que más amo de mi país, poder tener una inmensa variedad de frutas frescas en cada esquina, es un privilegio que muchas veces pasamos de largo. Lo que hay detrás también me enamora, el colorido, la caja registradora de los años 60, la virgencita, las canastas y por supuesto el personaje que se aferra a la tradición y permite que aún podamos vivir esto.